Marcho día y noche como un parque desolado. Marcho día y noche entre esfinges caídas de mis ojos; miro el cielo y su hierba que aprende a cantar; miro el campo herido a grandes gritos, y el sol en medio del viento.
Acaricio mi sombrero lleno de luz especial; paso la mano sobre el lomo del viento;los vientos, que pasan como las semanas; los vientos y las luces con gestos de fruta y sed de sangre; las luces, que pasan como los meses; cuando la noche se apoya sobre las casas, y el perfume de los claveles gira en torno de su eje.
Tomo asiento, como el canto de los pájaros; es la fatiga lejana y la neblina; caigo como el viento sobre la luz. Caigo sobre mi alma. He ahí el pájaro de los milagros; he ahí los tatuajes de mi castillo; he ahí mis plumas sobre el mar, que grita adiós.